martes, 19 de abril de 2011

NARROS

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NARROS



Ya en Narros, el pueblo de mi padre y la raíz inmediata de los Millanes, fijamos­ nuestra residencia con carácter indefinido.


Fuimos bien recibidos, aunque con ciertos reparos. Mi padre era un hombre importante en Narros, si bien la guerra y la muer­te de mi madre eran dos puntos negativos, que sin ningún fundamento, influían en su presti­gio social, en la mentalidad de aquella gente. Y entre la familia era, un poco así como un impostor. Mi padre tenía sus tierras, alrede­dor de unas 70 fincas de secano, 4 linares de regadío, una huerta, un prado, dos montes y una casa vieja, pero estupenda, a medias con mi tía Andrea, con un escudo nobiliario de ­los "Quintanas", posiblemente uno de los dos mejores de los varios que había en el pueblo. Si todo esto era de él y además iba al pueblo por unas circunstancias dadas por el momento y porque quería mucho a su pueblo, no era in­justo que el viviese con lo suyo. Económica­mente estábamos bien situadas por lo que mi padre no cogió la tierra, sino con el fin de pasársela a la familia, ya que la llevaba un rentero estraño a la misma, el tio Leandro pero que al fin y a la postre mi padre tan familiar prefirió que la llevasen los suyos y así la cogió en aparcería con mi primo Eleuterio.


El ambiente recoleto y tranquilo ­del pueblo, sin luz eléctrica, empedrado todo


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el pueblo, un mal camino vecinal tortuoso y polvoriento le unía a la capital a través de sus 17 kms. Yo tenía los 19 años recién cumplidos y por diversas circunstancias me hicieron ingresar en la cofradía de los mozos. Se pagaba un duro y se adquiría el derecho de alternar con ellos, taberna, ronda, bailes. En nada participaba yo por la muerte de mi madre y por el momento. Un día, me insistieron y fui a una ronda, con motivo de ir a la cena que el Mayordomo de turno, el Sr. Félix Bachiller daba a los mozos la víspera de San Juan. La ronda he de decir que me emocionó. Ibamos Agustín, Pablo, Emiliano (que después murió en el frente) Félix Sanz, el Cojo y pocos más que eramos el total, los más jovencillos y al mismo, tiempo casi los jerarcas de aquella minúscula mocedad de la que nos quedaba como alcalde Juan que era de la quinta del 30 (28 años) quinta que por edad de mayores no había sido llamada todavía. Los demás, como en todos los pueblos, estaban en el frente. En plan de chicas, alternaba muy poco, pero lo suficiente para que cuajase una corriente de simpatía entre Cinta y yo con la que di más de un paseo; los suficientes para que la suspicacia de la gente y sobre todo las lenguas de las mujeres cotillas encontrasen tema. En esto no se quedaba a la zaga la lagarta de ni prima Francisca que en defensa mía argumentaba que si Cinta era única y rica, no iba mal con su primo. Cinta, en todos los sentidos, era el mejor partido de Narros, y con Luisa, eran las dos más guapas, con una educación un tanto superficial y ñoña propia de una hija única, pero, bastante refinada, un



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tanto huidiza y tímida, pero que a través de estas cualidades se notaba el deseo de que acompañase. Como baluarte defensivo y ofensivo se unió a chicas mayores que ella como Luisa (3 años más), a Ascensión, sobrina del médico (5 años más) a mi hermana (7 años más), incluso a Juanita, la hija del practicante de 12 años más. Todas ellas le podían servir de apoyo, pero había una de la que se sentía celosa, era de Ascensión, que era simpatiquísima, pero tenía 20 años y a esto hay que agregar otros impedimentos, como su inestabilidad en Narros, muy gruesa, una situación familiar confusa, es decir que yo la trataba con mucho atención pero sin ninguna pretensión.


Un día recibimos la penosa noticia de que el día 5 de septiembre de 1936 había-sido fusilado en Málaga mi maestro D. Vicente Martínez Diez, mi maestro de Quintanar de la Sierra; no recuerdo bien, pero diría que se le enternecieron los ojos a mi padre. El dolor fue muy hondo si había de estar en relación con el afecto. Aunque habían transcurrido 7 meses, era como si hubiera ocurrido aquel día. Quedó Dª. Julia viuda con 5 hijos, el mayor Gonzalo de 14 años y otras cuatro detrás. Otra mujer extraordinaria que hace recordar la "mujer fuerte" del evangelio.


Así iba pasando el tiempo en Narros entre la tranquilidad del pueblo y los avatares de la guerra que iba arreciando. Llamaron a la quinta del 38. La sanción de Lucio estaba en vías de depuración y así acabó aquel curso, no existente académicamente, pero lleno de adversidades. Los rumores de que van a llamar más quintas se acentúan aquello que



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en julio del 36 me parecía tan lejano, incluso tan utópico que yo pudiera participar directamente en la contienda, se va convirtiendo en un temor, en una realidad que se echa encima a pasos agigantados. Y efectivamente en julio llaman los dos primeros trimestres de la quinta del 39, que precisamente era la mía.


Al principio había muchos voluntarios, se confiaba en una esporádica aventura pero la guerra se había formalizado. Llevábamos un año y los progresos con ser grandes, se reducían a consolidar las posiciones a unas conquistas no superiores a la extensión de la provincia de Burgos, a tomar la iniciativa en las operaciones militares y a tener un Gobierno reconocido por algunos gobiernos extranjeros. Por lo tanto ya había cierto miedo a lo que ya se pasaba de aventura para convertirse en desventura, por el hecho de estarse matando españoles contra españoles con carácter indefinido. En estas circunstancias me despedí de mi familia con la pena natural. Fui a Soria y en los cuarteles de reclutamiento o Cajas de reclutas había un forcejeo recíproco entre los llamados, que para esquivar el bulto se acogían a todo lo acogible, como cortos de talla, pies planos, estrechos de pecho, cortos de vista, enfermedades del corazón, etc. al máximo agarrarse a la trampa que podían. No era fácil conseguirlo pues los de la Caja se las sabían todas y ante hechos reales hacían la vista gorda y nos embarcaban como a los borregos. Concretamente yo di la talla "justa". Si esto no me valió si me sirvió la recomendación que me buscó mi padre (cosa inaudita) para destino a cuerpo, con Felipe, el hijo del tio Carmelo de Narros, que estaba de Guardia de



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de Seguridad en Soria. El día 25 de julio, festividad del Apostol Santiago del año 1937 me despedí de mi padre, allí echaba yo de menos las lágrimas de mi madre y tras este inciso y con las mínimas formalidades legales y con la premura que exigían las circunstancias, salí para Zaragoza donde iba destinado al 5º Grupo de Sanidad Militar y donde llegaba el 1 de agosto de 1937...

SORIA VI

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do ningún día a clase y… cual sería mi sor­presa cuando al coger la papeleta me encontro con un suspenso. No pudiendo creerlo fui a su casa, por si había algún error, pero que si quieres: el suspenso quedaba en vigor y mi disgusto también. Para mí era inexplicable. Sincerarnente lloré como un becerro y yo no sé lo que hubiese hecho con el "Regadera" y ahora sí me salía lo de "Regadera" con mala uva. Han pasado los años, soy maestro y no consigo encontrar ni la más mínima justificación de aquel suspenso.


Como complemento de lo referido diré que el Sr. Maes, D. Antonio, un maestro,un Capitán de la Guardia Civil y mi padre forma­ban la partida de tresillo en el Círculo de La Amistad y que cada día al terminar la par­tida a las 10 de la noche subían juntos a ca­sa, pues éramos vecinos, y en todo el curso mi padre fue incapaz de decirle a D. Ildefon­so que tenía un hijo estudiando con él, ni pre guntarle como iba; y no por abandono de mi padre, sino porque consideraba que hubiese sido una influencia para que me aprobase. Después de este suspenso y pasados unos dias si que le cijo que tenía un hijo al que había suspendido;D. Ildefonso le dijo, que por qué no se lo había dicho antes. Mi padre le contestó: que estaba bien que el aceptaba el veredicto del profesor y que estudiase para septiembre. Esto demuestra el justicialismo de mi padre y lo enemigo que era de toda clase de recomendaciones. Ya veremos que las pocas que hizo conmigo de las muchas que pudo haber hecho, fueron a costa de una razonable presión por par­te de gentes sensatas. Total un curso rapón, de un Notable, dos aprobados y un suspenso,


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bueno, mejor dicho, no llegó ni a rapón. Pese, a mi fracaso en mis, estudios, físicamente fue el año de mi estirón, dejé de ser el “chiquitín” del curso, sin que con ello rebasase la talla militar.


La pandilla se completó. Eramos 13: Ronco, Santiago, Delfín, Leoncio, Daniel, El Colchonero, Braulio, Alejandro, Pascual, Serafín, Dámaso, y yo. La pandilla, no podía ser más heterogénea; éramos, de 7 provincias diferentes, profesionalmente había estudiantes, zapateros, berberos, colchoneros, afilador, colegiales del del Colegio de Guardias jóvenes de Valdemoro, ferroviarios, etc. y lógicamen­te les había desde afiliados a la Comunión y Acción Católica, hasta afiliados a la C.N.T. y comunistas, pasando por Conservadores, So­cialistas, liberales, independientes, Izquierda Republicana, monárquicos, etc. y en lo religioso desde católicos practicantes, hasta ­ateos... Todo esto no era óbice para una estu­penda, unión, cosa incomprensible en aquellos tiempos de pasiones políticas y relegiosas y cuando , todavía se conservaba, desgraciadamente en muchos sectores una mentalidad de fana­tismo, intolerancia y falta de respeto a la libertad humana, muy parecida a la Edad Media o siglo XVI. Pues bien, nosotros éramos una excepción, en aquella primavera, 1Iegamos a tener nuestras juntas y ,reuniones al aire libre en la Dehesa de Soria democráticamente fue elegido un presidente, cargo que recayó en mi, el cargo tenía muy poco de absolutista.


Familiarmente, casi, tengo que avergonzarme de que silencie mi vida de hogar. Aquéllos padres, que quizá, mi silencio sea ­más elocuente que todo lo que podria decir


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ellos todo se quedaría corto ante aquella paternidad rectora y aquella delicada maternidad que lo había dado todo Y a los 60 años estaba acabada ¡qué pequeña y que GRANDE era mi madre! era toda para todos.


Gaudi vivía su vida, iba al taller de modistas, de Dª Pepa en la Calle de las Fuentes y después al taller de Basi Benito, la "vieja retocada" era el apodo que la daban, pero lo cierto es era guapísima, presumida -yo diría elegante-, en este sentido hasta futurista y no tan vieja, pues no llegaba a los 40 años, por aquel entonces. Lo cierto es que enambos talleres Gaudi amplió su círculo de amistades, alternaba bastante y no le faltaban pretendientes, entra los que figuraban el "Copa", (Paco Sanz Mozas) y Antonio Aguirre. El primero de familia acomodada y política conservadora; Antoniode familia de ferroviarios y de tendencias políticas izquierdistas avanzadas. Yo, que tan liberal y tolerante fui con Mi heterogénea pandilla, caí en los prejuicios decimonónicos tratándose de un posible noviazgo de mi hermana, que ya tenía 19 años, porque aunque seguíamos "chivateándonos" ante mi padre, que por otra parte le resvalaban a mi padre. Sin embargo, los hermanos nos queríamos a nuestro modo, pero parapetados en nuestros propios principios. Yo quise ingenuamente, por mi cuenta, evitar aquel noviazgo de Gaudi con Antonio Aguirre. Tenía el apoyo de algunos amigos por afinidades ideológicas y el de mi madre que influenciada por mi, y por Otros informes de mi tía Severiana y otras personas, estaba casi asustada de que su hija se casase con un "comunista". Creo, que conociendo la psicosis politica del año 36, a nadie puede extra--


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ñar esto. La conquista de Antonio seguía y fue aceptado por Gaudi. Todas las noches la acompañaba hasta el portal de casa, donde se despedían. A la salida del portal era frecuente que recibiese algún jarro de agua por parte mía que me apostaba en el balcón sobre la puerta de la calle; no lo conseguía, todos los días, pero mis intenciones no eran otras que darle un buen remojón. Por estas discrepancias unidas a las políticas nos creamos un problema de hostilidad entre Antonio y yo, del que me siento más culpable que él, aunque tenga como atenuantes mi minoría de edad y el celo, consecuencia de mi amor fraterno. En esta situación nuestro vocabulario se enriquecía con palabras hirientes y ofensivas; era corriente, por entonces, llamar a los socialistas "jabalíes” y esta palabra se la aplicaba yo a Antonio en español o en francés (sanglier) con la mayor frecuencia que me permitía aquel estado de antagonismo. Él me correspondía con el apelativo de "cavernícola", que era el que en tiempo de la República se les adjudicaba a los Católicos o partidos de derechas, o también el vocablo de "carcas". Era una pugna en la que ,estábamos muy picados, y yo estaba muy cabezón, dispuesto a no ceder.


El hecho cumbre de este curso, fueron las famosas elecciones generales del 16 de febrero del 36. La situación politica de España, no solamente no cuajaba sino que estaba tomando muy mal cariz. Había sido muy largo el período desde 1.805 fecha de la batalla de Trafalgar, hasta ahora. Era un siglo más un tercio, demasiado tiempo de embalarse en,una desenfrenada decadencia, para que una 2ª República ,resolviese lo que no pudo hacer la



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Monarquía ni la Dictadura y eso que la República entró con buen pie. Así en esta República que yo no sé si quiso y no pudo o si pudo y no quiso, me inclino por lo primero, lo cierto es que en una elecciones ganaban las izquierdas y en otras las derechas, por amplios y desproporcionados márgenes. Ahora estaban en el poder las derechas y Gil Robles se sentía muy seguro. Lo cierto era que por ese turno dicho ahora les correspondía ganar a las izquierdas. El ­slogan, de Gil Robles era "!a por los 300! ". Los diputados, del congreso eran caatrocientos y pico, El sólo lider de Acción Polpular,y al frente de la CEDA, (Confederación Española de Derechas Autónomas), quería sacar nada menos que 300, La verdad es que fue una bravata, o un farol. En Soria ya he dicho que el partido fuerte era el Republicano Conservador. Este quiso unirse en las elecciones a la CEDA. En estas, elecciones se presentaba por Soria D. Miguel Maura, Jefe Nacional del Partido Conservador y claro es, también D. Gregorio Arranz 0lalla y en su candidatura proponían incluir uno de la CEDA. Se podía asegurar que el éxito de esa candidatura estaba garantizado, pero los cedistas no aceptaron, envalentonados con aquello de "a por los 300", exigiendo ellos dos puestos en la candidatura. Sinceramente en el caso de Soria y en aquella ocasión la CEDA no llevaba razón y presentaron su candidatura ­aparte, con los prestigiosos nombre de Dodero ­y Navarrete. Llegado el 16 de febrero salió con un brillante triunfo Dodero, a quienes los Cedistas dieron por llamarle el 'hombre acta", los otros dos fueron Arranz y Maura, total lo que proponían los, conservadores. Pero por cau­sas desconocidas y manejos políticos, alegando



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las izquierdas posibles irregularidades se anuló la elección en varias provincias entre ellas en Soria. Previamente el resultado en España había sido victorioso para las izquierdas o Frente Popular que se habían organizado y uni­do Muy bien como oposición a la CEDA de Gil Robles. Ante el tiunfo del Frente Popular en la 1ª vuelta, en la 2ª donde se realizó, con la predisposición del triunfo izquierdista, la victoria frentepopulista fue rotunda. En Soria fue derrotada la CEDA después de su primer triunfo y salieron victoriosos Arranz y Maura, conservadores y Artigas, socialista. En la campaña electoral, mi padre tomó parte activa por el partido Republicano Conservador y yo le acompañé en algún viaje y en dos de ellos que iba el mismo D. Miguel Maura, hijo del gran político de la Monarquía, Antonio Maura y Muntaner, el mismo D. Miguel había sido Ministro de la Gobernación el año 32. Estos' dos viajes de mo­tivo electoral fueron Uno a Valdeavellano de Tera y otro a Almazán, donde fue fuertemente abucheado Maura y regresamos por Almenar.


Poco después y consecuente con este triunfo del Frente Popular, pasó a ser el hom­bre fuerte de la política española D. Manuel Azaña, a quien las derechas apodaban “el Berrugoso” y que en abril ascendía a la primera ma­gistratura del Estado, como legal sucesbr de D. Niceto Alcalá Zamora. La efervescencia pólíti­ca va en aumento, los partidos políticos de ambas tendencias proliferaban enormemente, aun que el Frente Popular y la CEDA habían agluti­nado un gran número de ellos, pero resuelta la elección reapareció la dispersión de partidos. Reaparecen y se parapetan en sus pósiciones políticas una importante Serie de hombres politi




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cos además de Azaña, Gil Robles, Largo Caballero, Martínez Barrio, Indalecio Prieto, José Calvo Sotelo, Alejandro Lerroux, Julián Besteiro, Albiñana, Casares Quiroga, incluso Maura y José Antonio y muchos más.


En una tensa situación política termino el Bachiller, pero antes quiero decir o dedicar unas líneas a guisa de despedida, a mis compañeros de curso. Sotero Diez Jimeno, el empollón, de familia humilde, le dio la ca­rrera una tía suya carbonera, él respondió muy bien y terminó haciéndose maestro. Genaro Ca­cho, otro empollón, le llamábamos "el Gordo", por algo sería, era hijo del que fue muchos ­años Secretario de la Diputación de Soria, de familia acomodada. Pedro Ibáñez Garcés, procedente del Seminario, fue compañero los dos últimos años, era el mayor de la clase, de Agreda, inteligente, trabajador, tocaba muy bien la ­guitarra y tenía un fino sentido del humor.Los Hnos. Vera, Matilde y Eusebio de Salduero, hijos de indianos, familia económicamente fuerte, Matilde la mayor de los dos hermanos y la mayor del curso (de chicas), todos la respetábamos, era una chica muy formal, de modales muy finos, muy estudiosa y bastante guapa. Eusebio, buen chico, pero no le llegaba a su hermana, su situación económica le hacía un ­tanto engreído y era uno del los "niños bien" del curso. Los Hnos. Caballero; Manuel y Anto­nio, hijos del Sr. Caballero, amigo de mi pa dre, tenían una zapatería, en el Collado y un almacén de uralita, de buena posición económi­ca, a Manuel le llevaba yo un día y murió a raiz de la guerra, y estuvo enterrado junto a la sepultura de mi madre; ambos hermanos eran muy altos y como estudiantes se quedaban en


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regulares. Sebastián López Alfaro era hijo de un veterinario de Almazán, en Soria estaba ­con sus abuelos, era aplicado, formal y e stupendo compañero, con él reaprendí, a jugar al ajedrez. Santos Lapuente Aznar, tenía también una zapatería en Soria, formalote, compañero de mesa varios cursos, también moriría después en la Guerra. Adolfo Sanz Lafuente, ­alias "el Caga Alubias", también de familia acomodada, muy alto, buen compañero y un estudiante deficiente; también murió en la guerra. Paco, Lafuente Sanz, simpático y un poco tarambana, hijo de un Capitán de la guerra de Cuba, fue el que impulsó en los estudian­tes de Soria el saludo militar a los profesores, si el acercarse la mano a la frente pudiese llamarse militar. Como estudiante le costaba llegar a regular. Carlos Vinuesa Sa­las hijo del maestro de Vadillo, de voluble política, un chico bastante independiente ­por entonces y un estudiante regular. Felipe Morales Peña, era el más jovencillo del cur­so, su padre era un alto funcionario de Co­rreos, después fueron trasladados a León y murió en la División Azul, en la 2ª Guerra Mundial. Julio Jiménez Jiménez, fue compañe­ro los dos últimos años, como su primo José Largo Jiménez, eran de Fuentestrún de fami­lias campesinas y estudiantes estupendos. Francisco Guillén era de la sierra, bastante tarambana y regular estudiante. Pepe Almarza era de Almazán, buen chico pero un "chuleta". Pedro Tarancón también de Almazán lo mismo que Pablo Gamarra, los dos compañeros de los últimos años, ambos también un tanto engreí­dos y de economía desahogada. Cele donio Ceña un muchacho noblote y extraordinario con un


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fino sentido del humor, también de Almazán. Teodoro Ronco Martín, era el más amigo del curso, era de mi pandilla. Y otros que la pátina del tiempo ha borrado.


De las chicas puedo decir que en ge­neral buenas estudiantes y excelentes compañe­ras y de una simpatía arrolladora. De muchas de ellas he perdido el rastro. Pura de Diego murió ya casada, Carmen Casado Leiría, era la más jovencilla, guapísima y llegó a ser una mujer, francamente extraordinaria y hermosa, por oídas posteriores me enteré que debió de ser poco afortunada en su vida, era de Vinuesa. Elvira Lamuedra San Martín, era muy guapa, Angelines Longares era la simpatía personificada, Matilde Vera personificaba la formalidad, estas tres, se quedaron solteras, pese a sus grandes valores humanos y a sus "buenos partidos" Car:men Villarrubia, se casó con Juanito de Narros en Madrid. Juanita Sotillos, casada fijó su residencia en Logroño. Mª Jesús Ibarra la mejor moza, entiéndase la más alta, se casó con el Borque y siguió en Soria. De Lola y Ludivi­na no he vuelto a saber nada. Estos, detalles de las compañeras son muy posteriores al año 36. Como de los compañeros, faltan algunas por olvido involuntario y entre las que he omitido voy a sacar a luz, aunque resulte un poco des­lavazada, la relación por ejemplo a Pilar Gª Gonzalo y a Nieves Medrano.


Eulalia, no creo que por infidelidad, aunque a decir verdad, ella, no podía saber, ­hasta qué punto llegaba mi cariño; pues yo nunca se lo había dicho; únicamente podría deducirio por mi ridícula actuación, ridícula por mi excesiva timidez (solo hacia ella), lo cierto es que se dejó acompañar, quizá sin interés,


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o acaso por saber hasta donde podía llegar yo. Esto me produjo unos terribles celos que me incitaron a estorbar e impedir en lo posible aquella "amistad" tan detestada por mí, labor en la que, dicho sea de paso, no tuve mucho éxito. Todo, en torno a Eulalia me producía, una gran torpeza. A pesar de to­do seguía queriéndola y en las verbenas de San Juan procuré bailar con ella. En la 2ª verbena, correspondiente, al Sábado Agés, no salió, la noche estaba muy fría y una chica nueva se cruzó en mi vida. Era Mercedes Gómez, hija del entonces conserje del Instituto, también llamado Sr. Esteban. Mercedes había nacido en Madrid y a falta de Eulalia, pasé la noche con Mercedes, que me resultó simpá­tica en extremo, más de lo que generalmente nos gustaba a los chicos y aquella misma noche cuando no habíamos bailado más de media docena de bailes quiso que fuésemos en bus­ca de su hermana mayor, para presentarme a ella. El ligue estaba hecho y en poco tiempo tanto se me pegó que mi trabajo consistía en deshacerme de ella; para lo cual me serví de Dámaso a quién se la endosé con bastante ha­bilidad. No se conocían entre sí, pero yo ­les hacía ver lo .mucho que se admiraban recíprooamente, más tarde les presenté. Dámaso iba conmigo y Mercedes con su amiga Aurora que sin interesarme era más guapa que Merce­des y en las vueltas por el Collado yo hacía los posibles porque Dámaso fuese más ve­ces al lado de Merche y al ir a despedirlas yo me las apañé para acompañar a Aurora, total que al poco tiempo, Mercedes y Dámaso eran novios a sus 15 y 17 años respectivamente y, como todo se sabe, a Dámaso no le gus



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tó mi ardid y Marcedes se sintió grandemente 'ofendida' pero su ligue siguió adelante. Aquel verano del 36 yo planeaba ir para septiembre a Madrid para estudiar Filosofía y Letras, que era lo que más me gustaba ó Veterinaria, que estaba en un buen momento, y así se lo hice. saber a Eulalia, no sin cierta vanidad a la que me impelía Mi Complejo con ella. También se había planeado una excursión de fin de curso y de Bachiller a Baleares, para la que yo tenía el permiso de mi padre, pero aquí como en muchas ocasiones hay que decir con mucha propiedad: "El hombre propone y Dios dispone", nada de esto pudo ser realizado, como veremos. Las Fiestas de San Juan, fueron las que más nos “Metimos en harina”. Hicimos bas­tante el gamberro. Como botones de muestra, diré que el Sábado Agés nos liamos de cuadri­lla en cuadrilla y acabamos, de 7 que íbamos, por meter dos en la cama, con sus respectivas e impresionantes merluzas. Nuestros pescadores de Merluzas fueron Braulio y Aldea, a este tras intentar espabilarle en la Arboleda con un jarro de agua, que nos proporcionó Carmen Millán. Además tuvimos que quitarle la cartera, pues le dió por dar ¡un duro! a cada uno de los que se encontraba. Cara merluza si no le recogemos el ,dinero. Los demás íbamos buenos y algunos "apañados”. El Domingo de Calderas, hicimos una apuesta por parejas, a ver quién recibía más calabazas antes de conseguir bailar el ,primer baile; apuesta que ganamos Leoncio y yo, que no conseguimos bailar el primer baile hasta haber recibido 29 calabazas. Toros, bailes de cuadrillas; verbenas, todo era nuestro, fueron unas fiestas fe



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nomenales, sin previa programación de la pandilla sino sobre la marcha.


Nosotros seguiamos con nuestras reuniones al aire libre, Pretendíamos formar un equipo de fútbol. Era la época. en Soria del buen momento del "Águila Roja", equipo de fútbol campeón de Soria, donde había ju­gadores muy buenos, como Sito, hermano de Antonio Aguirre, el Chato, Madurga, el Negro, y otros. Llegaron a tener hasta su himno con la música de "Los Nardos" que decía... "Por la calle del Collao, con estilo demostrado,vuela el aguila triunfante y postinera, la aclaman de campeón, porque es ama del ba­lón, y derrota a los equipos con tesón, etc.Era, también la época de canciones "Rocío” y “María de la O", entre otras.


Estábamos también Leoncio y yo, muy metidos en faldas, con Carmen Millán y Fe, a la primera la acompañaba Leoncio y yo a Fe, era un simple acompañamiento, carente­ de interés, al menos por mi, pues la reali­dad era que a los dos nos gustaba Carmen, mi cesión ante Leoncio se debía a que yo no ha­bía dado marcha atrás en empeño, aunque fuese pasivo, de lograr a Eulalia. Ellas a su vez tampoco lo tomaban muy en serio, cosa natural de la edad y nuestra falta de in­terés a fondo, y muchas veces se les unían otras amigas como Juliana, Carlota y otras, que por lo dicho, no entorpecían nuestros idilios y yo ante estos grupos, relativamen­te numerosos, no me acertaba a ir a un lado formalmente, sino que por mi condición de un poco tarambana iba delante, andando de espaldas y haciendo más de una mojigotada.


Así iba transcurriendo el verano



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Del 36, hasta que llegó el 13 de julio, fefcha del asesinato de D.José Calvo Sotelo, que conmovió a toda la españa de derechas y a no poca de izquierdas. La convulsión fue demasiado terrible y hacía presagiar algo gordo, y así fue.


El 17 de julio se subleva Franco al frente del ejército de África y el 18 el levantamiento es general en toda España. En unas provincias triunfó y en otras fracasó, que en realidad fue lo peor que pudo ocurrir.


La guerra había empezado. El día 18 por la tarde llega una columna de requetés de Navarra a Soria y en la mañana del 19 un avión del gobierno bombardea Soria con 3 bombas de 10 Kg, El pánico y la desorientación son la consecuencia inmediata, pero muy pronto, el entusiasmo cuaja. Se crea una psicosis de triunfalismo y de victoria y todos llegamos a creer que se va a reducir a un golpe de estado. La ilusión de muchos llega a “dejarse la barba” hasta ese triunfo inmediato. Por esa misma confianza se preparan grandes chocolatadas con la intención de tomarlas con churros victoriosamente antes de Santiago. Pero las barbas se tuvieron que rapar ante la invasión de los parásitos y el chocolate no se llegó a cocer porque aquel Santiago… no llegaba. LA GUERRA HABÍA EMPEZADO.


Todo cambió, todo, sí, menos nuestros flirteos.


Ocho días después de estallar la guerra, fallecía en soria mi prima Aurora, a los 21 años, hermana de santiago e inseparable de mi hermana. Fue providencial. Había estado en un sanatorio en Madrid y la habían traído a Soria dos días antes del Movimiento, o sea, el


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día de la Virgen del Carmen, si se retrasan dos días, hubiera muerto en Madrid, sin saberlo en caasa hasta pasado bastante tiempo.


La guerra, desgraciadamente, fue un tubo de escape para muchas venganzas y fanatismos en ambas partes. Se cometieron numerosos asesinatos so capa de un ideal patrió­tico. Porque yo me digo: ellos asesinaban “a gente buena" !qué malos eran! Y estos, que eran "buenos" asesinaban a "gente mala"…¡Qué poco buenos eran! Con estos pretextos se mataban unos a otros y en esos argumentos se basaban. Creo sinceramente, que se derra­mó muchísima sangre 'inocente' en ambas zonas. Hago estas manifestaciones, porque repudié siempre y en todo momento aquel desbordado vandalismo donde los intereses, las venganzas personales y la política se confundieron lamentablemente y hundieron a nuestra patria en un caos lastimero y vergonzoso cuyas cicatrices habían de tardar muchos años en cicatrizar. La juventud, como siempre, se enfer­vorizaba con los himnos y deseos de aventura. Muchos nos quisimos ir voluntarios, unos lo consiguieron, otros por consejos más o menos prudentes, pero tiempre guiados por el amor de los padres, nos quedamos en tierra.


No solo eran los fusilamientos, ­eran las sanciones porque Fulanito era de izquierdas. Este era el argumento baladí, pero en el fondo era la causa muy distinta, ya ­que generalmente eran las dosis de odio y ­rencores ajenos a la política los que solían entrar en juego: los intereses, las vengan­zas personales, los viejos resentindentos, el fanatismo político y el religioso, etc. y en este sentido el Magisterio no fue un



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cuerpo privilegiado. Entre las dos zonas mu­chos murieron, inicuamente, asesinados y muchos,fueron sancionados con suspensión de em­pleo y sueldo durante más o menos tiempo y algunos a perpetuidad. Mucho les tocó sufrir y muchos resquemores que no existían, se abrieron.. Las sanciones llegaron también a mi familia. Lucio estuvo casi un año en esta situación y tuvo que acogerse a nuestra, casa, pues la familia de Carmen, residía en Orbaneja del Castillo y allí estaba el frente de guerra.


Con más o menos justificación, Lu­cio y Carmen, especialmente ésta, mostraba por aquella época, un "rojismo" que hoy pare­cería increíble. Cuántas veces me decía mi ­hermano aludiendo a mi derechismo ya verás cuando tengas 30 años! ahora porque eres un crío, el tiempo parece ser que no le ha dado la razón a él.


Yo les veía demasiado exacerbados, a mí, me parecía, que cuántos en aquellas cunstancias estarían muchísimo peor. Ellos estaban como en su casa; éramos también nosotros los que, sin comerlo ni beberlo también sufríamos las consecuencias de aquella situación y de las ñoñerías de Carmen que en esto de criar hijos era bastante especial.


Formalizada la guerra (aunque esto suene tan mal) en el frente y el zumbar de los moteres de los aviones en retaguardia ha­cía que las ciudades iniciasen su defensa pa­siva a base de refugios, donde al toque de sirena o de campana, como toque de alarma nos refugiábamos de la aviación enemiga para sal­var nuestras vidas. Cierto que Soria, siguió­ siendo un oasis de paz en plena guerra y la



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fobia, revoluaionaria no se cebó tanto como en otras zonas y más de lo que se debía de haber cebado. Debido a esta relativa tranquilidad, nosotros hicimos nuestra vida ordinaria; no podíamos hacer nuestras reuniones por ser muchos y el estado de guerra no permitía grupos de más de 4 personas no bailábamos porque se habían suprimido los bailes, no se podía es­tar bailando alegremente en la retaguardia, mientras nuestras soldados caían en el frente y así, aquel verano, como otros nuchos nos ­fuimos a Narros. Este verano entra en escena otra mujer, aunque fuese por la edad una chi­quilla, Cinta Crespo, de 14 años; era la niña bien del pueblo, hija del maestro, hija única, guapa y rica, ya una mujer, alternaba debido a estas circunstancias con chicas mayores que ella, incluso se hizo amiga de Gaudi. Pienso que dentro de la poca edad, era una ­forma de interesar, de buscar. También yo en ­Narros pasaba por un chico bien, hijo de un hombre prestigiado y envidiado y de una maes­tra admirada, estudiante (entonces, esto vetía mucho), es decir le era interesante, pero ahí se quedó todo, de momento y así terminado el veraneo volvimos a Soria. La guerra se iba estabilizando, las fuerzas estaban muy equilibradas y si bien es cierto que la iniciativa era de nuestro, ejército en algunos frentes en otros se planteaba la guerra de posición y de trincheras. Ya nadie pensaba en un fin inmediato. Con esta "tostada", yo había terminado el bachillerato, pero no pude seguir ya que las Universidades estaban, la mayor parte en la zona roja y las que estaban en zona nacional no se abrieron. Los Institutos siguieron y ­así el que iba en 4º curso, como Santiago pu‑



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do continuar y así empieza un curso vacío, y primero de los 7 que habían de formar esa gigantesca laguna de 7 años perdidos en mi vida académica, En principio, todos pensamos que podría ser un año.


Alejandro y Pascual se fueron voluntarios, yo le dí a a Alejandro mi mechero de mecha, el pobre chico no volvería, una víctima más de aquella guerra fratricida que seguía su curso inexorable y que la juventud, como siempre, estaba en la brecha y quizá también como ahora, por estar en la acera de enfrente de los mayores que fueron los que armaron el "pitote". Al cabo de treinta y tantos años ya no nos damos cuenta los mayores que hemos sido jóvenes y los jóvenes no conciben oue posotras hayamos pasado por esa juventud, por lo que se creen, como nosotros nos lo creímos, que han descubierto el talismán de una época. Nuestro ejército tenía, en aquella guerra y en aquel lucimiento la parte más pobre y menos poblada de España y los partes de guerra iban ensartando mentiras oficiosas para mantener y elevar la moral y el espiritu. En esto el General Queipo de llano desde radio Sevilla era un artífice, además de en preparar estratagemas como aquella de hacer pasear por la ciudad en camiones las pocas fuerzas de que disponía, pero para dar sensación de fuerza las daba una vuelta por la ciudad vestidos de soldados, a la siguiente vuelta los uniformaba de requetes, a la siguiente de falangistas, a la siguiente, de legionarios y asi sucesivamente, haciendo creer que tenía
muchas fuerzas. El Coronel Aranda en Oviedo fingió estar de parte da los republicanos y consiguió que los propios enemigos le fortifi



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casen la ciudad; pero la suerte estaba echada y había que compensar el fracaso del Alzamiento en Madrid, Barcelona, el Norte y Levente, amén de otras regiones. En esta desfavorable situación Radio Sevilla llegó a anunciar la toma de Santander nueve meses antes de su realidad y Castellón casi un año antes de que entrasen nuestras tropas. Así transcurría este curso, vacío para mí, pendientes de los partes de guerra. A finales del 36 y a últimos de noviembre, mi madre cogió un catarro que no lo curó bien y con el invierno degeneró en pulmonía. En Navidades el estado de mi madre era sino alarmante, al menos de viva preocupación, la pulmonía seguía su curso. Su vida estaba muy gastada, la ancianidad se manifestaba en ella a pesar de sus solo 62 años, y así con esa inquietud terminaba aquel 1936 y así nos enfrentábamos con un año 1937, cargado de incógnotas, preocupaciones y temores la guerra, la enfermedad de mi madre, mi curso vacío, mi edad para ir a la guerra, etc. En enero mi madre se va debilitando, debilidad peligrosa en una persona como ella. Su alimentación, siempre poca, llegó casi a una inapetencia total y aunque ella mostraba su voluntad muy débil ya por su enfermedad. Era una situación alarmante. El mes -


de enero y su enfermedad corrían implacablemente. El fin era ya inevitable, mi Madre recuperó vitalidad los últimos días de enero y una tranquilidad extraordinaria, sus rarezas propias de su ancianidad, desaparecieron y así, con la santidad que había vivido, entregó su alma a Dios en la madrugada del día



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29 de enero de 1.937, a los 62 años de edad y a los 29 ellos justos de su matrimonio.


Mi madre FELISA HERRERO MILLAN, había muerto. El dolor y la pena fueron inmensos. El primer aviso fue a mi tía Severiana. Casi no recuerdo detalles de aquellos terribles momentos su cuerpo inerte en la cama, la colaboración de los vecinos y el beso de mi padre en su frente, fueron los detalles que más se me grabaron en mi mente. Por la noche me hicieron acostarme. La sensación de vacío y de ahogo eran terribles. Había perdido a mi madre, algo dentro de mi me hablaba de soledad, pero no podía prever la transcendencia que para mí supondría aquello. El día 30 fue el entierro por la mañana y seguidamente la misa de funeral en Ntra. Sra. La Mayor. En aquel mar de pena, entre los pésames llegó una cálida mano y un gesto de consuelo, era Eulalia, que sin palabras se sintió unida a mi en mi dolor.


El suceso fue lo suficiente para trastocar los planes de la familia. Mi padre dejó de ser socio de La Amistad, yo estaba de paro intelectual, la guerra seguía; total que con esto, mi padre optó por levantar la casa y buscar la paz y el remanso de su pueblo. Ya no era la Soria de mis tiempos felices Sin embargo el 8 de febrero se conquistaba Málaga y yo me uní a la manifestación de alegría por este triunfo de nuestro ejército. Era el deseo de que terminase la guerra, y cada conquista importante nos daba la sensación de final, o de acercarnos al final deseado.


Y aquí ponemos un punto y aparte muy importante en mi vida.

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nací el 24 de febrero de 1918 he muerto en 2009 pero esta historia la escribí yo.