sábado, 2 de mayo de 2009

QUINTANAR II

Claudia pidió a una vecina una hoz para ir a segar un poco de hierba para los conejos. Se cogió el mantón, donde ocultó la hoz y, cambiando de rumbo, se dirigió hacia casa de Germán a la hora que él dejaba el trabajo y solía estar un rato a la puerta de casa, eran las 7 de la tarde cuando llegó Claud1a a su altura y sacando la hoz, le dio un tajazo en el cuello de cierta consideración, entonces él, sangrando entró en casa, cogió una pistola y la persiguió a través de la calleja del comercio de Antidio Bartolomé, dándole alcance delante del comercio nuevo donde la disparó tres tiros y derribándola la pisoteó, por no poder disparar, más, ya que se le había encasquillado el arma, y acto seguido él mismo se presentó en el cuartel de la Guardia Civil. A pesar de todo ello, cumplido el tiempo reglamentario nació el niño normalmente.

En el Cerro vivían otras amistades de mi madre, para mi de origen desconocido; la Sra. Wenceslada familiares de mi compañero Félix 0lalla, entre los varios hijos, tenían una Serapia de mi tiempo, con la que yo me sentía maestro y en nuestros juegos cuando jugaba con ella ejercía siempre el papel de profesor. Otra buena Sra era la Sra. Inocencia. Y sobre todo había una que merece mi especial simpatía, ésta era Dª Agustina, madre de D. Paco, el médico. Era una señora delicadísima y de Unas formas sociales muy elegantes, pese a su avanzada edad. En su casa solían jugar la partida de "julepe madrileño” los domingos y fiestas, D. Agustina , Dª Julia, Tomasa (la civila) y mi madre. A mi me gustaba que mi madre me mandase algún recado a casa de Dª Agustina, porque siempre me daba algo, nunca dinero, pues decía que eso era fomentar el vicio y hacernos gastadores. Si no tenía dulces en casa, mandaba a la criada a comprarlos, pero nunca me iba sin el obsequio.

Otros funcionarios eran D. Amando el Veterinario, los boticarios, uno de los hijos era el popularísimo "Chato" y una hija llegaría a casarse con D. Paco. Con este motivo y entonces empecé yo a oir aquel acertijo tan popular y en este caso, tan real: "Elboticario y su hija, el médico y su mujer, se comieron nueve huevos y les tocaron a tres”. Y finalmente citaré a los sacerdotes; primero D. Nicolás y después los hermanos D. Adolfo y D. Juan Manuel. A los 10 años iba formando mi peña de amigos y compañeros de escuela. Entre los primeros estaba Pedrito, vivía en la Roza, tenía una perra, Que en una ocasión, teniendo perritos fui a buscarle y la perra me corrió con el consecuente susto por mi parte por haberme acercado a ver los cachorrillos,pues a mí me gustaban mucho los animales siempre que no enseñasen uñas o dientes. 0tro amigo de mi infancia fue Eduardo, con el que me juntaba y soñábamos despiertos al unísono. Era algo mayor que yo, pero muy pequeño y con la cabeza deformada a cosencuencia de un accidente que había tenido de pequeño. Tenía dos hermanas y un hermano todos mayores que él. Su hermano Felicísimo muy bien presentado era uno de los "mayores" de mayor simpatía, poco tiempo después de salir de la escuela marchó a América. Otro amigo era Eulogio del cuartel y aunque más pequeños que yo, pero muy unidos por los estrechos vínculos de amistad que unían a nuestras familias eran Goyo y Gonzalo.

Por aquél entonces, afloró una idea, que no sé de quién salió, pero que cuajó y se hizo realidad; fue la creación de la sociedad de Padres de Familia. Tuvo muy buenos principios. Entre los formadores estaban los hermanos sacerdotes D. Adolfo y Juan Manuel, el otro D. Vicente Martínez, el Veterinario. D. Amando, el médico D. Paco, mi padre y otros señores. Esto era el año 29. Montaron una academia de música, el Centro Social con dependencias recreativas, Biblioteca, radio, etc. Las actividades eran complejas, se prepararon algunas obras escénicas, de las que todavía tengo pegadas algunas letras y tonadillas de una zarzuela que se representó. Se formó una banda de música por partida triple, es decir en sus tres categorías. Los mayores formaban la auténtica banda en número de 27 o 28; los aprendices o aspirantes, eran adolescentes podríamos decir Que formaban la 2ª división, y por último los pequeños o pipiolos éramos los niños. También se creó una rondalla de cuerda también en las tres categorías. En los instrumentas de viento u orquesta yo tocaba la flauta travesera y en las de cuerda o rondalla, la guitarra, en ésta con la dificultad de alcanzar con mis menudos dedos a los trastes y en la flauta con esa dificultad del soplo en vertical. El profesor de música era uno de los dos personajes más típicos de Quintanar por aquel entonces, era Mauro, el ciego. Era una verdadera institución en el pueblo, donde él se manejaba perfectamente, a pesar de su invidencia. Era el profesor de música de la Asociación, el Organista de la Iglesia, el pianista del casino de abajo, o sea de Avensaid y por supuesto Director de la Banda. El otro personaje, verdaderamente institucional era el "Pipe" (Felipe), el alguacil pregonero que con su típico y acompasado redoble del tambor anunciaba lo oficial y lo particular con elocuencia digna de los alguaciles reales del Renacimiento. Ambos personajes no se habrían de hacer muy viejos.

Ya he dicho cómo era mi padre, pero es tanta la admiración que yo he sentido por él, que quiero reforzar esa imagen. Aunque espíritu lego, poseía Una prestancia, un don de gentes y una deportividad, que le permitían codearse con la flor y nata de la sociedad le su entorno. Si es verdad que era un "aviador" pero con un aire y con una dignidad, que lo mismo hacía una cama, un cocido o una compra, que presidía una junta o asamblea o presidía una delegación para ir a hablar con el Gobernador. Hombre de zapato, que en aquella época era decir algo, de pantalón planchado, de corbata, de capa y de sombrero y las vestía estas piezas con tal estilo y prestancia, que ahí estaba su "Don”. También he dicho que era un tanto inconstante, pero con la suficiente eficiencia como para poder decir que nuestra situación económica desahogada que entonces disfrutábamos se debía más a los negocios de mi padre que al sueldo de mi madre. Era un hombre que nunca se veía inactivo. En Hontoria tuvo sus negocios ganaderos: en Quintanar tuvo almacén de trillos, después de piensos; todavía me acuerdo de los precios: el trigo y los yeros de 20 a 22 ptas. la fanega (43 kilos), la cebada temprana a 16 ptas., 14 Y 15 la cebada lahilla o tardía y entre 12 y 13 ptas. la avena.

Mi padre tenía sus cuentas en los bancos de Soria y con este motivo tenía que hacer los ingresos allí, que por cierto era un verdadero acto heroico. Cuando reunía, el dinero suficiente de diversas ventas y tenía que ir a Soria con ¡500; 2.000 o 3.000! ptas. tenía que ir de noche a coger el coche a Duruelo de donde salía a las 7 de la mañana y para ello tenía que atravesar el cerrado pinar a través de 13 kms. de una mala carretera con esos "capitalazos" y…por supuesto, con su revólver, imprescindible para cumplir tan peligrosa misión. Mi padre estaba autorizado para el uso de armas por pertenecer al Somatén. Nuestra posición económica, no es que fuese opulenta, pero sí desahogada, lo que se podía decir, una ventajosa clase media, conseguida a base de trabajo y ahorro.

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nací el 24 de febrero de 1918 he muerto en 2009 pero esta historia la escribí yo.