domingo, 15 de noviembre de 2009

Soria V

Volviendo a nuestro bailoteo y a nuestros mariposeos, he de reconocer que lo pasábamos fenómeno. A mi en aquella época me daban de propina una peseta, ¡Dichosos tiempos aquellos! Con aquella peseta iba al cine, que me costaba 30 ó 40 cts. según la localidad. Me compraba un bollo de 10 cts. y con él merendaba, echaba otros 10 cts. a la rueda de los barquillos, compraba 10 ó 15 cts. de caramelos para endulzar a las amiguitas de turno y aún volvía con un real (25 cts.) a casa. Como se ve, mis gustos y aptitudes eran muy variadas; me gustaban varios deportes, la gimnasia al aire libre, fumar, las chicas, el baile, el cine, el ajedrez, la prensa, la Geografía, pero lo que no conseguía era aprender a montar­ en bicicleta- ¡Qué barbaridad! !Qué zote! Ya intenté en Aranda con las bicis del Colegio, y en Soria alquilábamos bicicletas de vez en cuando. Cogíamos el circuito de: Travesía de San Juan, c/ San Juan, c/ Las Fuentes, c/ Ca­balleros para bajar hasta la Pl. de San Este­ban para entrar de nuevo en la Travesía de San Juan; bueno mejor diría que para entrar en barrena en el portal que había enfrente ­después de haber saltado previamente la acera. Estaba visto que se me cerraban los horizontes para ser un Bartali o un Bahamontes.

Un año más llegó la fiesta de Santa Lucía, la de las modistillas y como siempre fui al baile. A pesar de mi apertura hacia ­las demás, con Eulalia yo seguía siendo el de los 14 años, aunque ya estaba en las vísperas de los 17. Tímido, en este aspecto; y en sumo grado. Los amigos parece que notaban hasta los latidos de mi corazón y lo que para mí iba muy en serio, para ellos resultaba una cosa bastante divertida, estaban más pendien­tes de mi actitud que de sus planes y tras vueltas y revueltas la pedía el primer baile, que aceptó. Yo no sé qué baile era, perdí la idea de tiempo, de lugar y de ambiente y llevar a Eulalia entre mis brazos y junto a mi pecho me produjo el momento más feliz de mi vida. Era algo etéreo, alado, impalpable. Sinceramente el día 13 de diciembre de 1935 es una fecha de mi vida, no clave, pero sí inolvidable con una colosal dosis de ventura. Una chica más sale a escena en mi vida: Rosario Redondo. Amistad superficial pero original y con fines originales. Esta chica físicamente no valía mucho, mimbreña y manejera para el baile, fue mi instrumento de aprendizaje para bailar el tango, que pe­se a mi voluntad y a la buena disposición de Rosario no conseguí aprender a bailarlo. Ella pertenecía a otra cuadrilla, sin embargo, era tal nuestra compenetración y simpatía en es­te sentido que cuando tocaban un tango, ella me esperaba y hasta dio alguna calabaza o negativa a alguno que se anticipó a pedirle el tango antes que yo. Esta afinidad, esta sim­patía, se quedaba en el baile, ya que nunca di ni una sola vuelta con ella por el paseo.

En la fiesta de Santo Tomás, como todos los años había programado; misa, banquete y baile, además este año había, también, para los que quisiesen una excursión a Logroño. Yo se lo comuniqué a mi padre, para lo primero seguía poniendo objeciones, mientras que para la excursión me dio toda clase de facilidades y efectivamente el 7 de marzo de 1935 mi primer viaje con el nombre de excursión o turístico a Logroño, la tercera capital que yo conocí de España. Con nieve en el Puerto de Piqueras llegamos a la capital de La Rioja; estuvimos en el Instituto, comimos en un bar del paseo de EI Espolón; no pudimos asistir a ciertas actividades que nos habían invitado los estudiantes de Logroño, sobre todo a una función teatral en el teatro "Bretón de los Herreros", ni a un partido de pelota, pero a pesar de todo lo pasamos bien, saqué una grata impresión de Logroño. Nos acompañó el profesor de Geografía "El Gallo", profesor bastante exigente, de edad madura, de cuello largo, posiblemente de ahí le vendría el apodo.

Otro curso que acabó, académicamente muy rapón. Todos aprobados, menos un Notable en Fisiología y otro en Física.

Este año en San Juan, se nos ocurrió ir a ver salir el Sol y tomar el chocolate en la Sierra de Santa Ana, una costumbre muy soriana, ¡qué casualidad! nos hicieron el chocolate, en vista de nuestra torpeza la hermana de Eulalia y sus amigas, que eran mayores. Entiéndase esto de mayores, no en el sentido de viejos, sino sencillamente de que nos podían llevar dos o tres o más años de edad. Nosotros íbamos Santiago, Ronco y yo, Ellas no nos conocían ni nosotros a ellas. La hermana de Eulalia era solo de padre, bastante mayor que ella y no vivía en casa, trabajaba aparte y por eso ella y yo éramos extraños entre sí.

Aquel verano se pasó entre fiestas de San Juan, como principio aunque fue un principio un poco triste, pues en plenas fiestas y remando en barcas se ahogó Alfredo Bueno, un chico algo mayor que yo y aunque no era de nuestra pandilla y ya estudiaba en la Universidad, era un chico de gran estimación entre todos los estudiantes.

La pandilla iba aumentando La parte de verano que pasé en Soria, íbamos muchos días a bañarnos a "las Chorreras" junto a San Saturio. También pase parte del verano en Narros, como casi todos los años y sin novedades dignas de mención, finalicé el verano con una aventura "donjuanesca" en Aldealseñor. Mi primo José Martínez Virto, hermano de Purita, fue a Soria el día 20 de septiembre de madrugada con la bicicleta desde Viana de Duero, yo estaba en la cama. El iba a la fiesta de San Mateo. de Aldealseñor y me animó para que fuese yo también él me llevaría en la bicicleta los17 kms. José tenía 19 años y yo 17 y ni corto ni perezoso me vestí, me preparé y "arre borriquita". En la Aldea lo pasamos fenómeno. Nos copamos dos chicas, Rosarito, la hija de. D. Pedro el maestro y otra chica de Castilruiz, que estaba pasando también las fiestas, que dicho sea de paso eran la "flor y la nata de de fiesta. Los mozos del pueblo no aceptaron que dos forasteros 'pingásemos el ramo" y se creó tal ambiente a lo largo de la fiesta que el día 23, tercero de la fiesta tuvimos que salir de madrugada "a uña de caballo" para evitar complicaciones mayores. Nuestro objetivo se había cumplido, lo habíamos pasado bomba.

También este verano conocí a Cinta en Narros, aunque por el monento intranscendentalmente.

Y así dimos paso al curso 1935-36, 6º y último de Bachiller.

Por mis hermanos supe que Esther había cambiado villalmanzo por el convento, marchándose religiosa. De momento lo sentí, sinceramente me gustaba, pero éramos lo suficientemente jóvenes para aceptar esta realidad tranquilamente.

En 6º curso teníamos Química, con D.Guillermo Mur; Historia Natural con Anselmo Plaza, Etica y Rudimentos de Derecho con D. Manuel Alba y Agricultura con D. Ildefonso Maes, Director del Instituto, de edad avanzada y a quien los estudiantes bautizamos don los no muy poéticos apelativos de "El Botas'' y "El Regadera". Residía en el mismo Instituto, Dios me perdone si en mi descripcidn influye el "cate,'! que me propinó en su asignatura; pero creo hacerlo con la mayor objetividad que me he propuesto y todavía añadiré que era de Zamora, tierra de héroes y de alguno que otro traidor como Bellido Dolfos, tierra, según D. Ildelfonso donde se criaban Ios mejores burros de España cosa que a los estudiantes nos hacía una pícara gracia. Entre los refranes u ocurrencias del Sr. Maes estaba aquella de: "Benavente, buena villa y mala gente" a lo que los de Benavente solían, contestar que: "si buena es la villa, mejor es la gente".

Cierto es también que la indumentaria no llegaba a lo que el nivel de vida de los 30 permitía, porque no dejaba de haber personas pulquérrimas y elegantísimas en Soria como en cualquier ciudad española y él se nos presentaba en clase con unas botas de mujer, es decir: de botones, muchas veces sin abrochar, quizá a esta muestra de haraganería debiera su apodo de "El Botas". En el resto de la Indumentaria, como en sus modales y en su trato dejaba algo que desear, al menos para Director de un Centro de Enseñanza Media, era un viudo y tenía una hija bastante mayor, pero de facciones hermosas.

Académicamente, para mi fue un curso pobre. La Química me costó mucho y no creo que pueda culpar a D. Guillermo que al final me aprobó no sin bastante preocupación de antemano por mi parte, La Ética 'y Rudimentos del Derecho, no recuerdo si saqué aprobado o notable, yo creo que con el aprobado estaba bien pagado, porque terminó el curso y nadie sabíamos de qué trataba la Ética y no llegamos al Derecho. Sinceramente, el profesor era una buena persona, simpático y galante como ya hemos dicho, a pesar de sus 60. Tengamos en cuenta que nuestras compañeras eran unos auténticos bombones de 16 a 19 primaveras, sino por su físico, si por su simpatía y de ello se debió dar perfecta cuenta D. Manuel. Yo, como profesor le hubiese suspendido. La Historia Natural me gustaba mucho pero eran tres tomos el texto, densos y difíciles: Geologla, Botánica y Zoología D. Anselmo era otra bellísima persona pero la asignatura se dio incompleta y deslabazada, conseguí un Notable. Y por último la Agricultura. Si tenemos en cuenta que mi padre era labrador y progresista en el mejor sentido de la palabra, le gustaba que todas las noches que llevaba Agricultura se la leyese en alta voz después de cenar y seguidamente la comentábamos; lo que hacía que además de gustarme la materia, tuviese la garantía de que más o menos superficial o profundamente llevase estudiada todos los días la Agricultura, cosa que, como todos sabemos no pasaría y de hecho no pasaba en las demás asignaturas. Llegó el examen, y tuve suerte, me salió bastante bien era oral y al terminar los compañeros me felicitaron, no había falta

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nací el 24 de febrero de 1918 he muerto en 2009 pero esta historia la escribí yo.